Danny Javier Olivares Diago
Así fuimos cerrando aquella conversación. En ocasiones la vida nos encuentra con experiencias dolorosas, el rompimiento de una relación, perdida de personas, perdida de cosas importantes a las que ocasionalmente les hemos atribuido valores emocionales, proyectos en los que has invertido tiempo, esfuerzo, dinero, emociones, se vienen en picada derrumbándose sin piedad.
El dolor de esas perdidas suele ser agobiante, desesperante y hasta inconsolable, es un dolor que llega a cegarnos y nos encerramos en la perdida, en lo que ya no está y fue, lo que ya no es o lo que ya no será. Esa ceguera nos impide tener una percepción adecuada de aquella experiencia. Es cierto que perdimos a esa persona, perdimos esa posesión, perdimos ese proyecto e incluso el dinero y mas duro es que en esa soledad y ceguera nos bombardeamos cuestionándonos ¿y eso que invertí, para que? ¿esas ilusiones donde fueron? ¿para que hice tanto si no obtuve lo que quería? ¿para que di tanto de mi? látigo por todos lados hasta llegar a:
¡¡¡HIJO DE @%&A!!! ¡¡¡PERDÍ MI (TIEMPO, ILUSIONES, DINERO, EMOCIONES, ETC)!!!
¡¡¡SOY UN@ …!!!
Todo eso es la envoltura del chocolate pero no solo el dulce suculento, la envoltura también es parte de la experiencia. Imagínate que te ofrecen un chocolate de esos raros, con una envoltura desconocida. Lo primero que haces es detallarla, ver si tiene un nombre, si en esta dice el sabor o como va a ser el chocolate que vas a disfrutar a continuación. Te fijas si es redonda, si es cuadrada, si brilla, si es elegante, sus detalles… esto lo harías con un chocolate extremadamente novedoso, realmente cuando nos ofrecen algo, diciéndonos que es, la envoltura pierde interés, no nos esforzamos por contactar con esa experiencia, nuestra falta de contacto es tal que estoy seguro alguna vez han comido algún dulce y se dan cuenta en sus bocas que todavía contaba con algún tipo de envoltura, a veces tragándonosla, envoltura que no nos permitió disfrutar de esa experiencia genuinamente y ya hace parte de nosotros de forma difusa.
La realidad es que nadie quiere sufrir, nadie quiere vivir el dolor o experimentarlo, nadie coherente y conectado con si mismo se esmera y lucha para sentir dolor o sufrir, a lo mejor toleramos ciertas situaciones que nos generan incomodidad pues es solo un medio o una etapa para lograr algo que en realidad si queremos, pero el dolor en si mismo no es buscado por alguien coherente. Sin embargo, en ocasiones hace parte de nuestro camino o nuestras vidas.
Teniendo una connotación general o culturalmente negativa, siempre buscamos evadirlo, saltarnos esa parte de la experiencia deflectando incluso en comportamientos autodestructivos, alcohol, drogas, sexo, casinos, etc. Olvidándonos de que se nos ofreció un suculento chocolate que hasta elevaría nuestros niveles de serotonina (“antidepresivo natural”)!!!
Es doloroso, pero nos olvidamos de lo mas importante, es una experiencia y tenemos opciones en como optar asumirla, vivirla o negarla.
Negarla es lo relativamente más fácil, como dicen por ahí “hacernos los locos”, “olvidar”, hacernos “pajazos mentales” como decía una de mis maestras, engañándonos con “eso a mi no me afecta, no me importa, pasó y ya, etc.” Compañer@ lamento desilusionarte pero a pesar de que te hagas “el loco”, tiempo después, ese fantasma te dirá al oído “recuerda que todavía estoy por aquí, así que no olvides que te duele” De forma no consiente sentimos rabia contra el mundo, nos sentimos vacíos, aburridos sin motivo y como supuestamente todo está bien y no hay nada que nos este afectando, ese aburrimiento, rabia, vacío, nos acompaña regularmente impidiéndonos funcionar en nuestras vidas, impidiéndonos disfrutar de las nuevas y diarias experiencias maravillosas que llegan a nuestros pies, nos convertimos en cierta forma como en autómatas y lo mas grave del asunto, nos desconectamos cada vez mas de nuestro organismo, nos enfermamos, diarrea, gastritis, gripa… además recordemos que como necesitamos llenar este hueco los invitados favoritos son comida en exceso, licor, tabaco...
Entendiendo que esta forma de experimentar no aporta a un pleno bienestar nos queda la otra opción, la maluca, la mas difícil y a la que por lo general le tenemos miedo. Vivir el dolor.
“…y a veces los aprendizajes vienen envueltos en dolor pero por dentro está el chocolate” el dolor, en su forma natural no es ni bueno ni malo, le atribuimos una connotación negativa por convención cultural, sin embargo, es solo una reacción a una perdida, lo cual también tiene una connotación negativa sin serlo realmente. El dolor y la perdida simplemente SON y como experiencias, es nuestra responsabilidad y decisión elegir como las tomamos y como las vivimos.
Recordemos el momento del ofrecimiento del chocolate (experiencia), todo inicia en el ofrecimiento, regularmente podemos elegir recibirlo o no, hay situaciones limite en las que no nos queda otra opción que recibirla, por ejemplo “te propongo este negocio, puedes ganar mucho o perderlo todo” en esa situación eliges si lo tomas o no. Pero enfocándonos en esos chocolates obligados o que ya recibimos, empecemos con la envoltura dolorosa. Disfrazada erróneamente de negativa lo mas coherente es observarla, sentirla y detallarla tanto como sea necesario. Entender el dolor es el primer paso, conózcanse en el dolor, entiendan por que duele tanto, si es necesario lloren, golpeen y estrangulen sus almohadas, griten pero abracen ese dolor. Vívanlo desde las entrañas, experiméntenlo, no hay otra forma. Hacerse el loco no aporta a tu bienestar.
Una forma muy positiva de vivirlo es escribiéndolo, escríbanle una carta a esa persona, a ese proyecto, a esa experiencia, y no una, sino dos, tres 100 cartas, las que sean necesarias para entender por que nos duele tanto, para entender que estamos perdiendo realmente (entregarlas al destinatario es opcional, una forma simbólica de entregarlas es quemarlas, hay quienes las guardan para tiempo después reflexionar y aprender de si mismos al releerlas). Comprender el dolor nos ayudara a aceptarlo, disfrutar de la envoltura, su tamaño, su color, su textura, su simplicidad o complejidad. Además, si contamos con ese tipo de amig@ que no te juzga, te escucha, te acompaña así sea para pasarte el pañuelo, es mas fácil.
Conocerse y ser en el dolor es el primer paso, pero ¿para que quedarse ahí?, que ese dolor sirva para algo entonces viene la parte mas bonita y el objetivo de esa experiencia y es el aprendizaje. Después de conocer y hasta disfrutar de la envoltura viene la mejor parte, saborear el chocolate. Redondo, cuadrado, liso o áspero, blanco o negro, dulce o amargo, el manjar.
La envoltura pasa a un segundo plano, ahora lo valioso es lo que estoy a punto de disfrutar, descubro el color, el aroma, la textura y el sabor. Viene una nueva experiencia que ni buena, ni mala, tenemos la oportunidad de disfrutar. En este momento empieza el aprendizaje, darnos cuenta y asimilar lo mas que podamos de esa perdida. Por ejemplo: termino mi relación de pareja, que aprendí en esa relación, que fue lo bonito, lo feo, que me gustó, que no, como me conocí en esa relación, que aprendí de mi, que aprendí de mi pareja, que aprendí con el/ella, que aprendí de el/ella y así darme cuenta de que me queda para mi vida y para futuras experiencias.
Lo mismo pasa con los otros tipos de perdidas, al ser diferentes situaciones, siempre podemos aprender y ese es el objetivo primordial de todo en la vida. Reconocer maestros en todos lados, en todas nuestras experiencias. Al final una perdida no es ni buena ni mala, sino una situación que nos ofrece aprendizaje como todas las experiencias de nuestras vidas. Con unas aprendemos más que en otras pero de alguna forma están esas enseñanzas, nuestra labor es descubrir esos aprendizajes y enriquecernos.
Y no termina ahí. llevando un rato con el suculento chocolate danzando en nuestras bocas, con un mordisco o al deshacerse nos damos cuenta que a pesar de haber examinado exhaustivamente su forma externa, en el centro venia una almendra, un maní, chocolate liquido, sabor a fruta, menta, galleta, arroz crocante… El aprendizaje termina en el momento que lo elegimos, así que a disfrutar los chocolates de nuestras vidas.
PD: Si la envoltura era tan pulida desilusionándonos con el pobre deleite de su interior, al menos te queda una bonita envoltura que llego a tu vida, no las colecciones, colecciona aprendizajes.